Hola a todos,
 
Hace tres días que llegué a Nepal y todavía ando con el cuerpo desajustado; me cuesta dormir por la noche y me entra sueño durante el día. En la casa de acogida todas las niñas están muy bien, más grandes, y contentas de que vuelva a estar por aquí una temporada. Ayer y hoy me vi con Ramesh y con su familia. El resto del personal volverá mañana de las aldeas donde tocaba repartir material.
 
El martes, con pocas horas de sueño, ya tenía ganas de hacer un taller con las niñas del refugio que se forman en costura, así que improvisé rápidamente un guión para trabajar emociones. Identificamos algunas de ellas y hablamos un rato sobre cómo gestionar emociones dolorosas, que parecían ser las más constantes en ellas. Primero intentaron dibujar la emoción de dolor, de amargura; luego intentaron explicar sus dibujos. Seguidamente cogimos dos casos, uno de hambre y otro de abandono total por parte de la familia (soledad absoluta y sin apoyo).
Luego sugerimos varias formas de gestionar las emociones:
  •  Aceptar que sentimos dolor en ocasiones.
  •  Observar la emoción sin dejar que entre en juego el pensamiento, que lo magnifique y nos manipule. Atentos al cuerpo y a la respiración.
  • Llorar si hace falta y aliviarnos
  • Compartir con alguien de confianza, y así también aliviar.
  • Buscar soluciones objetivamente si las hay: pedir perdón, hablar con quien haga falta, formarse, buscar trabajo, actuar si está en nuestra mano, hacer algo para hacernos fuertes.
  • Aceptar que hay situaciones como la muerte o el abandono que hay que aceptar. Aceptar el dolor, la tristeza, pero no dejar que la cabeza diga que no puedo vivir sin ti. Sí se puede vivir, y se puede volver a sonreír, pasada la tristeza.
  • Pedir ayuda si es necesario (económica, emocional).
  • Meditación: observar la emoción en mi cuerpo, en la respiración. Observarnos hasta que se disuelva el cuerpo y se disuelva la emoción
 
En este último punto insistí bastante, pues en mi experiencia personal puede ser de gran ayuda observarse, sentirse al caminar, al respirar, al conducir… Así nos serenamos, y vemos que es posible seguir adelante. A veces nuestra cabeza multiplica los problemas, las emociones…  y darnos cuenta es un tesoro inmenso. Si tenemos hambre y nos quedamos quietos, pensando en cuánta hambre tengo, solo hago el problema más grande. Pero si busco comida, la pido, bebo agua para engañar el estómago un rato, o acepto que tengo que esperar hasta que se haga la cena… quizás haya solución. La vida puede ser algo más fácil de vivir e incluso podemos aprender a sonreír más.
 
Terminamos agradeciendo lo compartido dándonos la mano y luego dándose abrazos para sentir el calor y el cariño que surgió en ese momento.
 

Un fuerte abrazo… y ánimos para sonreír a la vida..!! En eso estoy yo también.

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