Hay muchas personas que hacen posible que podamos ayudar a prevenir el tráfico de niños en Nepal: voluntarios en España, socios, padrinos, colaboradores varios, empresas, instituciones y fundaciones varias… y mucha gente que nos anima y nos brinda su cariño.

Pero hoy me quiero centrar en nuestro personal local en Nepal, quienes a diario cuidan de las niñas acogidas, reparten el material escolar en las aldeas, realizan diversos talleres de sensibilización con padres y niños, planifican el trabajo, supervisan, evalúan y motivan a otros a trabajar con el mismo entusiasmo que lo hacemos nosotros.

El día a día no es sencillo. En las casas de acogida y nuestro refugio en Hetauda surgen a diario situaciones que requieren un tacto especial y un compromiso con la labor que desempeñan: se pone una niña o varias enfermas, ponen alguna mala cara en su adolescencia, nos quedamos sin agua, etc. En las casa de acogida en Saraswoti tenemos 5 cuidadoras para 18 niñas, y les garantizo que cada cuidadora trata a las niñas como si fuera una madre, y esa dedicación diaria se palpa en el ambiente, en la armonía que reina en el lugar, en el trato, en los silencios e incluso en alguna extraña disputa.

En nuestra oficina cada vez intentamos mejorar algún aspecto. Nuestra organización y coordinación son un ejemplo para otras ONG, pero no nos quedamos ahí. Nuestro personal local evalúa mensualmente cada área de trabajo y siempre hay alguna cosilla que mejorar. Nuestro trabajo de campo ocupa un 70% de nuestra labor, y nuestro personal siempre acude con entusiasmo y ganas de ayudar, de motivar, de sacar de apuros a los más necesitados.

En 18 años de labor en Nepal han pasado muchas personas que han colaborado para poder ayudar a diario a quienes más lo necesitan. Mi misión ha sido organizar el trabajo y crear un ambiente donde cada uno se sienta feliz de su labor, de nuestra labor, de nuestra coordinación, de la atención al detalle, del cariño con que se hace todo. También he intentado que el día a día sea una lección de la cual aprender, pues el trabajo nunca es tedioso cuando observamos nuestras reacciones, emociones y pensamientos. De todo ello aprendemos… y ese aprendizaje me enorgullece decir que lo llevan a sus propias familias y realidades, agradeciendo muchos de ellos todo lo vivido y las lecciones que nunca olvidarán.

También aprovecho para agradecer a todos los miembros de las juntas directivas sin cuya ayuda a nivel de gestión sería imposible trabajar en Nepal. Un lujo poder contar con algunos miembros siempre dispuestos a ayudar para que haya un trabajo serio, responsable y en el mejor ambiente posible.    

Miro atrás y me parece increíble cómo empezó todo, de la nada, del puro esfuerzo y ganas de ayudar a los niños del Nepal… y me alegra que ese esfuerzo y ganas de hace 18 años se traduzca hoy en día en una labor maravillosa que cuenta con los esfuerzos de un equipo excelente que quieren demostrar a diario su dedicación y valía. A todos ellos muchísimas gracias por ese esfuerzo que demuestra una calidad humana de la que me siento orgulloso.

En nombre de toda la familia Educanepal, muchas gracias por tanto amor y dedicación. Ánimos para seguir siendo un ejemplo de transparencia, organización, responsabilidad, empatía y entusiasmo.             

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