Hace tres semanas que me permití un tiempo para mí y me fui a Tailandia a hacer un retiro de meditación Vipassana. Diez días sin hablar, centrado en mí, observando la respiración y las sensaciones 11 horas al día. Resultado: energías renovadas, sensación de paz y, lo más importante hoy, una sensación de compasión inmensa por todo y por todos.

No hay palabras para explicarlo, hay que experimentarlo. No es mi primera vez, ni será la última. Siempre aprendo algo nuevo, pero en esta ocasión quedó muy claro en mis carnes (rodillas y espalda sobre todo): que sufro cuando me apego a las sensaciones buenas y cuando rechazo las malas, que las sensaciones van y vienen… y que permanecer simplemente atentos, sin calificarlas o valorarlas, es la clave para estar en paz, ser feliz y sentir esa enorme compasión por todos.

Sentimos compasión cuando nos damos cuenta de que vivimos en un mundo de ilusión, donde nuestra mente ha creado un YO y un TÚ que nos separa. Si nos cortaran en trocitos y llegásemos a nuestra esencia, a las partículas invisibles que componen nuestras células, veríamos que esas mismas partículas están en el aire, en el árbol, en el mar, en los animales, en la tierra, en la roca, en el vecino, en los ricos y los pobres. O sea, nuestra ilusión es crearnos un YO separado del mundo, de la VIDA. Pero eso es imposible, pues en esencia somos lo mismo.

Sentirnos uno con la Vida, con el mundo que nos rodea, es lo que nos brinda esa sensación de paz inmensa, esa compasión de la que hablaba. Y eso es lo más bonito que pueda pasarnos en esta vida, sentir una inmensa paz, ser nada y ser parte de todo al mismo tiempo. Entonces somos puro amor, nos cuidamos, cuidamos a los demás (yo soy los demás), cuidamos el árbol (yo soy el árbol), cuidamos la Vida (yo soy la vida).

Y algo también maravilloso es que desaparece el miedo, pues nuestra esencia no muere, solo muere nuestra cabeza, nuestros apegos, nuestra necesidad de perpetuarnos, de sentirnos importantes. ¿Habrá algo más importante que llegar a nuestra esencia y sentir una inmensa paz?  ¿Se enseñará alguna vez en las escuelas que lo más importante en esta vida es sentir una paz inmensa? ¿Se nos enseñará a llevar vidas sencillas y vivir la muerte con naturalidad? ¿Se nos enseñará a ser felices observando el mar, estemos fregando los platos o regando las plantas? ¿Se nos enseñará a valorar el aire que respiramos, la paz inmensa que sentimos cuando dejamos de pensar y solo somos aire que entra y que sale? 

Aún en estos tiempos, soy optimista. Sí, algún día será así, porque la vida es más sabia que nuestras cabezas. Algún día sentiremos esa paz inmensa, dejaremos de tener miedo, y seremos solo compasión, paz. Creo no hay otro objetivo en la vida que llegar a esa inmensa paz, y la vida nos brinda cada día mil lecciones para llegar ahí. Por experiencia, confieso que somos un poco “cabezotas”.

Hoy comparto con  un sentimiento especial, un sentimiento hacia todo y todos. Albergando la esperanza que estas palabras ayuden a despejar el miedo, que incluso ahora podamos sonreír, disfrutar más de la vida, sentirla y ver que todo es más simple de lo que creíamos.

Un fuerte abrazo desde Nepal. Seguimos aún con más ahínco lavando manos, trasmitiendo amor, solidaridad y paz. Mucha paz para todos.   

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