Aquí los reyes se han adelantado. Hacía muchos años que no recibía un regalo por Navidad (demasiado lejos de la familia por estas fechas), y este año me hizo mucha ilusión una camisa de franela que me regalaron mis amigos Tsering y Shubhash. También contamos con su visita unos días para celebrar la nochebuena, al igual que Kati y Sara, que tuvieron el detalle de traernos algunos turrones.
También los reyes nos han ofrecido, a lo largo de este año, como 50 nuevos socios que nos permitirá poder mantener nuestro proyecto, la gran lucha de cada año. Y con cerca de 430, nos acercamos a la cifra mágica de 500, que esperamos poder alcanzar en el 2018.
A nivel personal, después de varios varapalos en los últimos tres o cuatro años, vuelvo a sentir que puedo sonreír a la vida, y esa es la mejor noticia. Llevaba un tiempo que no sabía de dónde sacaba las fuerzas para seguir adelante, ante varias situaciones que se habían dado en poco tiempo. Me sentía muy solo aquí y con una responsabilidad muy grande de poder atender a mucha gente.
Lo he pasado mal en algunos momentos de mi vida, pero no recuerdo uno tan largo y tan doloroso. No puedo decir que todo sea agua pasada, pero ya no vivo con miedo, quizás porque ya no hay nada que perder y, cuando te vacías de todo, cuando no queda nada a qué agarrarte, surge la Vida. La Vida que bombea sangre del corazón a los pulmones, que crea órganos y especies, que se transforma, que llueve, que se embarra, que es Eterna.
Esta mañana caminaba aún a oscuras mientras aún alumbraba una luna llena naranja posada casi sobre el horizonte. Comenzaban a cantar algunos pájaros y me encontraba con aldeanos que llevaban la leche al punto de recogida para venderla. La mañana es el momento cuando más puedo conectar con la Vida, con mis sensaciones, con la inmensidad que me deja tan pequeñito, pero que está presente en cada célula de mi Ser.
Es más fácil vivir en compañía de una pareja que sientas muy cerca. Quizás yo nunca valoré demasiado esa compañía, anhelando metas mayores, que no conocía. Todo me parecía insuficiente y entonces, cuando todo se derrumba y te quedas desnudo y solo, te das cuenta de que el único insuficiente soy yo. Que no hay metas mayores que sentir la Vida en ti, y así, ver que todos y todo es parte de ti. Que no hay nada más que este aire que entra y sale por nuestra nariz, la salida del sol, las nubes… y todo es perfecto. Todo excepto nuestra mente, empeñada en anhelar, criticar, juzgar, soñar… sin dejar respiro para saborear cada bocanada de aire que entra y sale.
En fin, que comienza un año con ganas de aceptar mi momento tal y como es, con ganas de estar aquí, pero sabiendo que puedo irme en cualquier momento, lo cual me da más ganas de saborear cada bocanada de aire.
Compartir, una vez más, es mi regalo de reyes para todos aquellos que siento tan cerca, aunque haya miles de kilómetros entre nosotros. No hay distancias cuando simplemente Somos, sin etiquetas ni aditivos.
Tápate la boca y la nariz un minuto… hasta no poder más. Saborea la Vida mientras estés aquí.
Qué mejor regalo. Feliz día de Reyes.