El año pasado comenzamos un proyecto experimental en dos colegios de primaria donde ofertábamos una comida sencilla a base de cereales, a mediodía. Muchos profesores nos habían dicho que muchos niños no venían a la escuela porque en casa escaseaba la comida o se marchaban a mediodía porque habían venido sin comer. Muchos padres en esta zona rural donde trabajamos salen muy temprano a trabajar en los campos de cultivo y, a veces, no regresan a casa hasta el mediodía, con lo cual los niños pasan la mañana sin comer.
Tras observar que en los dos colegios donde comenzamos a ofertar una bebida a base de cereales habíamos casi duplicado el número de niños que asistían a diario, decidimos hacer un esfuerzo por poder ofertar esta merienda a cinco colegios desde mayo del 2018. ¿Cómo seleccionar cinco colegios cuando trabajamos en 30 aldeas con características similares donde apenas hay qué comer y donde muchos niños son seducidos por unos pocos euros para trabajar en fábricas textiles en Katmandú? Muy complicado. Nos gustaría poder ofertar esa mínima comida a todos, pero el presupuesto no da para más, así que seleccionamos las zonas con más incidencia de tráfico de niños.
La comida consiste en una mezcla de harinas de trigo, maíz y garbanzos, que se diluye en agua. A principios de mayo se llevaron sacos de harina a cada aldea, y también se compraron cuencos para poder servir el menú. Puede parecer una comida poco atractiva, pero es lo más económico que encontramos que tuviera unos valores nutricionales mínimos para alimentar a los niños: carbohidratos y proteínas. Nos gustaría poder ofertar una comida caliente a diario a cada niño, pero para ello hacen falta fondos que no tenemos. Estirando el presupuesto hemos llegado a cinco escuelas con este menú simple.
Ante esta situación, no puedo quedarme de brazos cruzados, así que he decidido mandar este mensaje con la ilusión de que surja algún nuevo socio, algún nuevo padrino, algún nuevo colegio o colectivo que quiera ayudar a estos niños, para que puedan tener una educación básica, muy básica, porque en estas zonas remotas del Nepal rural no podemos aspirar a más que aprendan a leer y a escribir. Pero sobre todo, que no dejen a sus familias por ganar cuatro duros en fábricas de alfombras donde trabajan 16 horas diarias por un salario mísero!
Un fuerte abrazo… y gracias mil a quienes ya colaboran y hacen sueños realidad.