Quisiera agradecer a todos aquellos que han mostrado interés en hacerse socios para poder ofertar un desayuno a base de cereales a más niños en las escuelas donde trabajamos. Seguiremos animando e informando a todos para intentar poder ofertar esta humilde comida a 1.000 niños a partir del 2019.

Quisiera resaltar que estas aldeas donde trabajamos no son las aldeas del Himalaya que conocen los turistas que vienen de senderismo. Aquí no llegan turistas, solo llega nuestro personal local después de horas de caminata, y algunos de ustedes, que han querido acercarse para ver de cerca cómo trabajamos, cuánto hay que caminar, cuáles son las condiciones de vida de esta gente, qué come esta gente, cómo duermen… y también… cómo sonríen!!

Yo invito a todos a concertar alguna visita a esta zona del Nepal para que conozcan la realidad que se vive aquí, y que sean testigos de la labor que hacemos. Pero aunque no puedan venir, yo seguiré en mi empeño de acercarles el día a día… y acercarles lo más posible con imágenes, sentimientos y reflexiones.

En algunas de las aldeas con mayor índice de tráfico de niños, también hemos impulsado la creación de cooperativas de mujeres para generar recursos. Son ellas quienes gestionan el dinero, quienes deciden en qué invertirlo (cabras, emergencias, semillas…), quienes supervisan los préstamos y sus devoluciones. Y esto, en un país donde hasta hace poco sólo contaban para cargar, plantar, quitar malas hierbas, cocinar, lavar… y así pasarse todo el día trabajando como “burras” (y lo digo con todo el cariño y admiración que les tengo), es una novedad que ha dibujado sonrisas en sus caras. Es nuestra forma sutil y efectiva de trabajar por la igualdad… y les aseguro que con el beneplácito de los maridos, quienes a veces vienen a alguna reunión, pero permanecen como meros espectadores, o ayudan sin querer asumir protagonismo o galones.

Podría escribir tanto del día a día, detalles miles, pero temo aburrir o que no haya tiempo para leer, pero hoy me quiero despedir con un sentimiento de inmensa alegría porque creo lo hacemos muy muy bien: trabajando donde realmente se necesita, haciéndolo con entusiasmo, con muchas horas dedicadas a evaluar y planificar cada acción que realizamos y teniendo la satisfacción de ver los resultados allá donde vamos. Y no digo esto para echarme flores, sino pensando en todo el personal local con quien comparto el día a día y todos los voluntarios y colaboradores que nos permiten con sus esfuerzos llegar a esta gente.

Hoy ilusionado… y aunque no me guste mucho la palabra, con orgullo, les deseo un lindo día.

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