Acabo de salir de un curso de meditación Vipasana, donde básicamente se te ofrece la oportunidad de ver la realidad tal y como es. Observar sentimientos, emociones, pensamientos, sensaciones… y lo más difícil… permanecer ecuánime (no reaccionar) ante todo… simplemente ver nuestra realidad sin dejar interferir al pensamiento: la razón, las escusas, los juicios. Parece sencillo sobre el papel, pero… ¡cuánto cuesta mirarse a uno mismo con tal objetividad!. Con qué facilidad se cuela el pensamiento, una y otra vez, para ser él quien guie nuestras vidas. En fin, resumiendo, podemos vivir la vida siendo conscientes de la realidad, estando muy atentos a ella. O podemos vivir con el piloto automático, presa del miedos y actuando siempre en busca de una seguridad emocional, económica y espiritual, que parece que nunca nos trae la felicidad. Yo me inclino a pensar que el amor verdadero solo surge observando nuestra realidad, nuestra vida: soledad, miedos, sueños, anhelos, dolor, alegrías. Observando sin recurrir a la compañía ficticia: móviles, chats, pantallas y canales varios, escapes varios, desde drogas a sexo. En medio de lo que leo en la prensa y escucho a algunos, no pierdo la esperanza de que algún día escuchemos más al Corazón.
Salido del retiro, me encontré con estas fotos, sacadas recientemente por nuestro personal local en las aldeas nuevas que estamos visitando estos días. Siempre he sido más partidario de mostrar las sonrisas que me rodean, que el dolor o el drama. Pero hoy no voy a recrearme en la ilusión, o mostrarles a los niños que ya son parte de nuestra familia. Resulta que cuando decidimos actuar es porque hay hambre, suciedad, moscas sobre cuerpos menudos, desnutrición, casas que se caen a trozos donde se cuela el frio y la lluvia. Aun así, algunos nos sonríen. Pero no todos.
Si de algo estoy orgulloso, es que trabajamos donde realmente se necesita, y que, a la larga, vemos resultados en el número de niños escolarizados, su asistencia a clase y la disminución del tráfico en las aldeas. Esto lo conseguimos aportando el material escolar que necesitan los niños, algo de ropa, un sweater, un desayuno de cereales y ayuda de emergencia para aquellas familias que viven en la más absoluta miseria.
Si has leído hasta aquí ya me alegro enormemente por ser escuchado. Si quieres ayudar, lo mejor es hacerse socio, aunque sea con 10 euros mensuales, quien pueda permitírselo. Si ya eres socio, gracias mil por estar ahí, simplemente habla a los demás de esta labor. Si eres miembro de algún colectivo o fundación, puedo hacerte llegar una propuesta de ayuda concreta para alguna de las 39 escuelas donde trabajaremos desde abril de 2019 (entre 2.000 y 3.000 euros anuales dependiendo de número de niños escolarizados).
Si creen que una visita mía y contar de primera mano esta realidad pueda ayudar, cuenten conmigo, desde el 17 de mayo, que regreso a Canarias, para escuchar la propuesta e intentar acercarme a quien quiera escuchar, a quien todavía tenga capacidad de conmoverse y actuar.
A todos los colegios, que se pongan en contacto, ya sea para alguna charla con proyección o realizar algún taller de sensibilización hacia “la buena convivencia”.
En fin, ante esta realidad, yo nunca he querido quedarme parado. Son ya 19 años de acción, y solo quiero que sepan que el entusiasmo y las ganas son las mismas, aunque la responsabilidad, afortunadamente, mayor. Quien quiera venir y verlo, que venga. Quien no pueda y quiera que me acerque yo, estaré encantado.
Gracias a todos, en Nepal y España, los que se ofrecen a observar la realidad e intentar cambiar lo que está en nuestra mano. Un fuerte abrazo a todos.