No suelo vivir el día a día como un drama. Más bien intento ser positivo, ser consciente de los recursos a nuestro alcance y poner mis energías en lo que podemos hacer en cada situación. Cuando comparto, suelo inclinarme más por compartir sonrisas, alegría, inocencia, espontaneidad. La cara feliz de nuestro día a día. Pero hay gente que me dice que si siempre comparto sonrisas, quizás la gente pierda de vista que muchas veces las sonrisas surgen después de situaciones varias, de extrema vulnerabilidad. Y que muchas veces cuesta mucho esfuerzo conseguir una sonrisa.    

Hace algunas semanas nos encontramos ante un caso de malnutrición de un niño cuya familia vive en extrema pobreza (la de Nepal). Desde que tuvimos conocimiento nuestro personal local fue a visitar a la familia para ver la situación. Ante la gravedad del asunto lo primero que se hizo fue comprar comida para que pudieran vivir dos meses y se le entregó de inmediato. A medio plazo estamos estudiando la posibilidad de invertir en tierras o ganadería para que no dependan de nuestra ayuda y puedan valerse por sí mismos.

Todavía no sonríen; cuesta cuando se vive en esas condiciones en las que viven tantas familias en las zonas donde trabajamos. Pero estamos en ello. De momento tenemos el agradecimiento inmenso de un padre y una madre.   

Un abrazo y lindo día a todos.

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