“La vida es difícil”, así comienza así el famoso libro de Scott Peck: “El camino menos transitado”. Y según él, deja de serlo cuando comprendemos la vida, cuando dejamos de querer que sea fácil, cuando la aceptamos tal y como es.

Para mí la vida es una lección diaria, pero solo cuando prestamos algo de atención, cuando profundizamos un poquito más allá de las formas, cuando nos damos cuenta de lo que realmente pasa en nosotros, por qué sufrimos. La vida es difícil porque sufrimos y no queremos sufrir. Sufrimos al resistir a “lo que es”, queriendo infinidad de veces que sea diferente, como a nosotros nos gusta o nos viene bien. Esa por lo menos es mi propia experiencia, apegarme a lo que me sienta bien, rechazar lo que me disgusta. La receta perfecta para sufrir.

En algunos momentos, tras trágicos eventos o despedidas, uno se esconde, evita el volver a apegarse, evita el dolor que conlleva. Pero, tarde o temprano, surge una nueva experiencia donde la vida nos embarca, soltamos amarras y volvemos a apegarnos. Pues la vida es sabia, y seguirá brindándonos más aventuras hasta caer en la cuenta de que no se trata de no vivirlas, sino de vivirlas desde la plenitud del ser, desde nuestra autosuficiencia, desde la paz que da sentirse uno con el universo, con otros.

Pero sí, reconozco que soy un poco torpe. Parece ser más fácil buscar la felicidad en el otro, en la forma, que en uno mismo. Lo bueno es, al menos, reconocerlo, y aún mejor, intentar estar algo más atento a cada sensación que surge. Verla llegar y verla partir. Sin querer retenerla, sin enjuiciarla. Dejándola ir y venir tal y como es.

Estar atentos al mundo, a nuestro alrededor, al cielo, al canto del pájaro, a cada palabra y cada acción. Estar atentos quizás haga las cosas algo más sencillas.

Hoy, como muchos otros días, doy gracias al mundo que me rodea, a cada situación de vida que nos toca vivir y nos grita que el propósito de estar aquí es “despertar”, bajar de la mente al corazón, ser un mero espectador del espectáculo, un espectador en paz, sereno, tranquilo. Que pueda ver las olas, surfearlas, caerse, levantarse… pero sin ahogarse, sin sentir una soga al cuello.

Mucha paz y serenidad para todos

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