La primera vez que vi a Subarna fue en una reunión con padres y madres en el colegio de la aldea donde viven, Shakatar, al este de Hetauda. Su madre lo tenía agarrado en su shawl y, en algún momento, pude apreciar sus piernas y lo que a primera instancia me parecieron heridas.
Tras la reunión pude hablar con su madre, quien nos contó que su hijo había desarrollado alguna enfermedad en la piel desde antes de apenas cumplir un año de edad y que, por falta de medios, no había podido llevarle a un médico especialista. Nos pusimos de acuerdo para llevarle a un especialista a las dos semanas y ver si podíamos hacer algo por él. Tras una revisión en un hospital dermatológico, el doctor nos informó de su hijo sufría de alguna deficiencia en el sistema inmune que afectaba a su piel, la cual parecía estar cubierta de heridas. Según el especialista las heridas irían mejorando con una pomada que también le aliviaría el picor, pero que no se podría hacer mucho más y que, a medida que creciera, iría mejorando su sistema inmune. Nos quedamos un poco perplejos de que no se pudiera hacer nada pero, en Nepal, donde no se cuenta con expertos e infraestructura sanitaria a nuestro nivel occidental, a veces no podemos hacer más que resignarnos.
A los pocos días de aplicar la pomada y tomar una medicina comenzó a mejorar su piel y los picores, y desde entonces le hacemos un seguimiento mensual y compramos las medicinas que necesita. No iba al colegio porque su madre no podía costear el material escolar y por los picores continuos que le hacían rascarse y empeorar el aspecto de las heridas en la piel. Esperamos que su situación mejore y podamos matricularle en el colegio local lo antes posible, donde recibirá, como todos los niños de su pueblo, el material escolar que necesite para poder seguir sus estudios.
Como Subarna, hay muchos niños en las aldeas donde trabajamos cuyos padres no pueden ofrecerles un tratamiento antes las distintas enfermedades que sufren, por no poder contar con dinero para poder tratarlos. Nuestro personal local atiende una media de 20 casos anuales como el de Subarna. Costeando los traslados a centros médicos, medicinas, estancias en hospitales del menor y algún familiar. A algunos los hemos acompañado hasta Katmandú para diagnosticarlos y ver qué se puede hacer. A veces, desgraciadamente, hemos conocido tarde los casos y nos hemos llevado la amarga noticia de algún fallecimiento.
No es fácil poder conseguir el presupuesto para poder atenderles a todos, nos está costando mucho con el encarecimiento de la comida y los transportes. También porque hemos tenido muchas bajas de socios en los últimos dos años. Así que animamos a todos los que valoran nuestra labor a que nos ayuden a captar nuevos socios, pues es el boca a boca y difusión de nuestro día a día la única manera de que surjan nuevos colaboradores, que nos permitan atender a niños como Subarna, a miles que necesitan material escolar, o a las 34 niñas que tenemos acogidas por desamparo o vulnerabilidad al tráfico de niños.
Muchas gracias a todo el personal local en Nepal y socios y voluntarios en España que nos permiten poder ayudar a todos los que podemos.
Mucha paz y amor para tod@s