El pasado 22 diciembre, en el Colegio Salvador Manrique de Lara en Gran Canaria, se realizó una carrera solidaria para recaudar fondos que nos ayuden a mantener nuestro proyecto de escolarización de niños. Colaboraron padres, profesores y cómo no, todos los niños del colegio, que lograron recaudar 435 euros. Eso supone cubrir el gasto en material escolar de unos 50 niños en Nepal.
Más allá del dinero recaudado, a mí personalmente me alegra recibir esta noticia porque me parece muy lindo el ver a niños ayudar a otros niños. La palabra alegría, creo se queda corta, pues la verdad es que me emocioné mucho al ver estas fotos. No sé si será la distancia y el estar tan lejos lo que me hace sentir algo más sensible. O quizás el ver que todos los esfuerzos realizados año tras año siempre tienen una recompensa. Siempre contamos con la recompensa de las sonrisas de los niños que ayudamos aquí, pero no es menos gratificante ver el esfuerzo de profesores, padres y alumnos por poner su granito de arena.
El Colegio Salvador Manrique de Lara lleva colaborando con Educanepal desde hace varios años, fue la primera Escuela Amiga de Educanepal. Todo surgió tras una visita que realicé al centro para compartir con los alumnos, a través de imágenes, el día a día en Nepal. Recuerdo realizar también un taller sobre “Buena Convivencia” con el profesorado, quienes siempre han mostrado un interés especial para que cada año no faltemos a la cita con sus alumnos de 5º y 6º curso.
Es muy gratificante ver que haya escuelas donde el profesorado se implica para que, aparte de las asignaturas típicas, los niños también aprendan a conocerse, a gestionar sus emociones, a respetar, a respetarse, a amar, a amarse. Creo que deberían haber una o dos horas diarias dedicadas a ayudar a los niños a entender el mundo en el que viven; por qué hay guerras, por qué hay peleas, por qué nos enfadamos, por qué sufrimos, qué sentido tiene vivir, qué es el amor, qué es la paz, cómo queremos vivir. Cada vez que visito una escuela, salgo más convencido del valor que tienen esas horas que paso con los alumnos. Ellos quieren amar, respetarse, vivir en paz, que sus padres se amen, que se hablen, que la familia pase más tiempo junta… y superar la muerte de seres queridos, como los abuelos que ya no están. Estas son, quizás, las respuestas más comunes en muchos de los centros que llevo visitando desde hace ya catorce años.
Me gustaría poder acercarme a cada escuela y poder poner mi granito de arena para crear ese mundo idílico que sigo creyendo es posible. No es tarea fácil, pues hemos sido muy inteligentes para vivir más cómodos, volar o comunicarnos sin cables. Sin embargo nos queda un reto aún mayor, Ser Felices. No hemos encontrado esa felicidad en el placer o en la riqueza. La felicidad de estar en paz con uno mismo, de sentirnos cerca del prójimo, cerca del árbol y el mar… la felicidad que surge cuando no tenemos que demostrar nada, conseguir nada y simplemente aceptamos que nuestra existencia es un milagro: respirar, sentir, amar. Con comida, agua y algo de ropa… no es posible que todo este mundo vibrara de alegría… y dijera “vamos a querernos”… “dejemos de competir”.
En fin, puede que iluso, pero no pierdo los ánimos. Creo vale la pena andar este camino de la compasión. Creo es el único que merece la pena… y cuando miro las fotos de estos niños corriendo, cuando pienso en el esfuerzo que han realizado padres y profesores… me animo a seguir.
Yo hoy animo a cualquier escuela que quiera colaborar con nosotros que se ponga en contacto para poderles visitar si es posible, o mandarles folletos, documentales, dorsales para las carreras solidarias, material de recursos didácticos. Otro mundo es posible… depende de nosotros… de decir buenos días, sonreír, despertar corazones. Sé que no es fácil, por propia experiencia, sonreír y vencer la insatisfacción, pero merece la pena el intento.
Un fuerte abrazo… y ánimos!!!