Hola a todos,
Conocí a Basanti cuando apenas tenía seis años. Vivía con sus abuelos en una pequeña cabaña cerca de casa de Ramesh. Su padre había muerto y su madre la había abandonado. Fue de las primeras niñas que escolarizamos y apoyábamos en sus estudios allá por el año 2004. Por aquel entonces eran muy escasos nuestros recursos y dábamos clase a los niños en una casa abandonada de piedra y barro. Cuando construimos la casa de acogida en Saraswoti en el año 2008, fue la primera niña seleccionada por estar muy cercana a nosotros y saber que sus abuelos no podrían cuidarla siempre.
Hace dos años terminó secundaria y comenzó a trabajar como voluntaria en la casa de acogida, dando clases a otras niñas y ayudando en cocina y lo que hiciera falta. Este año terminó bachillerato y ha comenzado a trabajar como voluntaria en nuestro refugio en Hetauda, ayudando a Ratna con las niñas que acogemos allí. Salir del pueblo comienza a abrirle los ojos a otras realidades y a entender que hay muchas niñas que, como ella, estamos apoyando en varias aldeas de la zona. Ahora está presente en las reuniones de personal, debate con ellos, evalúa con ellos y ha comenzado a impartir talleres de crecimiento personal a las niñas del refugio junto a Ratna.
Recientemente estuvo con Ramesh en una visita a una aldea donde se realizó un reparto de personal. Al ver su foto junto a Ramesh, siendo testigo de nuestra labor en las aldeas, me sentí muy feliz, pero de una manera muy especial. Basanti ha sido parte de nuestras vidas durante más de diez años. Le he dado clases, vivimos juntos, compartimos miles de experiencia y ha compartido mucho con Ramesh y el resto del personal local. La hemos visto crecer, llorar, sufrir y es una hija para nosotros que comienza a tener una experiencia laboral, después de haber cogido su mano cuando apenas tenía seis años.
Miro atrás y me vienen miles de recuerdos de cómo empezó este proyecto. Las vivencias cuando aún vivía con Ramesh, las primeras aventuras en las aldeas cercanas, acogiendo a los primeros niños en nuestra escuelita, viéndoles llegar tiritando de frío. Este proyecto, cada gesto y acción, han sido fruto del amor por niñas como Basanti y muchas más que hemos ido acogiendo por su situación de vulnerabilidad. Ha habido esfuerzos muy grandes por parte de Ramesh y su familia desde el comienzo hasta hoy en día, que dirige nuestro proyecto. Esfuerzos de Surya, Rama, Shanti y Srijana cuando comenzamos la casa de acogida. Esfuerzos hoy en día de Ratna, Binod, Kumar, Bhim, Mamta y de muchas personas que han sido parte de esta familia.
Hoy, mirando las fotos de Basanti cuando era más pequeña, recordando sus primeros pasos en una escuela y sus primeras sonrisas, siento una inmensa felicidad de todos los esfuerzos y del cariño y amor con que se ha hecho todo. Me siento muy feliz de cómo empezó este proyecto, de la nada, pero con mucho amor y entusiasmo. Ese amor sigue siendo el manantial donde bebo para coger energía y seguir intentando crear un mundo más cariñoso, más amable, más solidario, más feliz. Es posible; lo hemos hecho en la casa de acogida, y nuestro personal también intenta trabajar desde el corazón para no solo dar ayuda, sino hacerlo con el corazón, conscientes de que para crear un mundo mejor debemos vernos como iguales, y la sociedad competitiva y materialista nos aleja del prójimo, nos hace egoístas y distantes. Yo me alegro de poder contribuir a hacer sueños realidad, y a intentar animar a todos a vivir con el corazón, y dejar que sea él y no la mente quien nos guíe.
Gracias a todos los que desde Nepal y España hacen posible que pueda emocionarme hablando de Basanti y los recuerdos de 16 años de vida tratando de acercar corazones y mostrar que otro mundo es posible. Depende solo de nosotros.
Un fuerte y emocionado abrazo.
