Hola a todos,
Recientemente hemos tenido una visita especial de Loli, Montse, Laura y Jose, todos colaboradores y voluntarios de Educanepal en Gran Canaria y Zaragoza. Días intensos de mucho madrugar y caminar para acercarles a nuestro día a día, nuestro personal nepalí, la gente que ayudamos en las aldeas, las niñas acogidas.
Les comentaba al despedirse que tendrían que estar dos meses para llegar a cada aldea y profundizar más en los detalles culturales que debemos tener en cuenta. Pero me decían que una semana fue suficiente para valorar la gran labor que realizamos desde Educanepal; lo sienten en las piernas, en las caderas, después de varias noches durmiendo sobre el suelo o sobre finas esterillas, en las expresiones de alegría de la gente que apoyamos, en ver con sus propios ojos como un pullover, un cuaderno, un jaboncillo o una máquina de coser pueden cambiar vidas, a veces, incluso salvarlas.
Junto a nuestro personal local caminamos a varias aldeas donde vieron el grado de vulnerabilidad en el que vive la gente, quienes, a pesar de vivir en un grado de pobreza desconocida para ellos, les ofrecían un trato exquisito y unas sonrisas que más de una vez provocó lágrimas, aparte de una lección de vida que llevarán para siempre grabada en el corazón.
Nos ayudaron a repartir el material escolar, a realizar nuestros talleres de higiene, a repartir cepillos de dientes y a entregar ropa de abrigo en una de las zonas de montaña más altas. También jugaron, bailaron y se atrevieron a cantar con los niños, quienes disfrutaban de una visita inolvidable. Quienes más les echarán de menos serán las niñas de la casa de acogida, cuyas fotos solo podemos mostrar por email a los colaboradores y simpatizantes de Educanepal (prohibida recientemente la muestra de fotos de niños en acogida en Nepal). Para ellas es una novedad ver a gente de piel clara, ojos azules, pelo rubio, que se visten, caminan y comportan de una manera distinta; chismorrean, se ríen y, sobre todo, aprecian muchísimo el sentirse queridas, cercanas, parte de una misma familia a pesar de tanta lejanía cultural.
Hubo momentos muy emocionantes, compartiendo vivencias e intimidades con las niñas de costura, limpiando heridas a un niño en Pambung o hace unos minutos despidiéndose de las niñas de la casa de acogida y nuestro personal local.
Para mí es también un lujo poder compartir estos días con ellos, acercarles a mi día a día, a las razones de estar aquí, el flujo de emociones diarias, las dificultades y la mejor lección que he aprendido en la vida: estar atento a las sensaciones en mí en cada momento, observar la alegría, el dolor, el enfado, los nervios, el juicio sobre los demás. Observarnos relaja, simplifica la vida, mejora las relaciones y desarrolla la creatividad… entre otros beneficios.
Gracias Laura, Loli, Montse y Jose por todo lo compartido con todos nosotros en Nepal, las niñas y el personal os llevan en el corazón. Gracias también a todos los colaboradores que permiten que podamos realizar esta labor y compartirla con quienes quieren acercarse a ella.
Un fuerte y emocionado abrazo a todos!!