Hola a todos,
En estos últimos dos meses de curso escolar hemos estado realizando, entre otras cosas, talleres se sensibilización con niños y padres.
El objetivo de los talleres con niños es acercarnos a ellos para descubrir sus alegrías, sus penas, animarles en sus estudios y a que sean buena gente de adultos. La inmensa mayoría proviene de familias demasiado pobres para poderles ofertar una educación académica y unos principios cívicos básicos. Sus padres suelen estar muy atareados en la labores de agricultura en los campos, que les reportan el sustento diario. Muchos niños no van a la escuela porque sus padres no llegan a tiempo de prepararles la comida antes de empezar las clases. Muchos de sus padres, y también algunas madres, beben un licor local y fuman. Son hábitos no solo perjudiciales para la salud, sino también para las relaciones, pues la bebida lleva consigo en muchos casos violencia y hasta abusos sexuales. En los talleres hablamos de todo esto con los niños, quienes se alegran de ver que sus penas no son exclusivas, sino que cada niño tiene las suyas. Esto les alivia, les une y les da cierta tranquilidad. Todo se hace a través de juegos y actividades en grupo.
Con los padres sacamos a relucir también estos temas, pero con mucha sutileza. Comenzamos hablando de cómo cuidan de sus cabras, para pasar luego a ver cómo cuidan de sus hijos, que también necesitan cuidados que no siempre son atendidos. Muchos no se habían dado cuenta que el niño, aparte de comer, necesita comunicarse con sus padres, expresar sentimientos, ánimos para asumir responsabilidades, afecto. Que los gritos, golpes y abusos marcan a los niños de por vida y que posiblemente esas conductas sean imitadas en el futuro. Miran con cara de incredulidad y asombro cuando les decimos que son modelos a seguir: si dan cariño, el niño es cariñoso; si hay respeto respetará; si se le escucha escuchará; si se le abraza abrazará; si se le cuida cuidará de los demás; si hay paz se sentirá tranquilo y trasmitirá esa paz.
No es fácil hacer llegar estos mensajes a gente sin estudios que apenas tiene que comer y para quienes la vida es una cuestión de sobrevivir. Pero lo intentamos, de una manera incluso divertida y, poco a poco, vemos resultados. Uno de ellos viendo que cada vez hay más niños en las aulas. Otro es que algunos padres nos comentan que ya no beben o fuman delante de sus hijos.
Y así pasan los días, de aldea en aldea, caminado por campos de arroz, jugando con los niños, disfrutando de su espontaneidad, su ingenuidad, sus sonrisas. Disfrutando también de los ratos que pasamos con los padres, pues suelen ser ratos muy entretenidos y llenos de reflexiones y comentarios sorprendentes. Por el camino viendo a los campesinos arar los campos o quitar malas hierbas, escuchando el susurro del río o atentos al verde sanador de los arrozales.
Un fuerte abrazo.