Conocí a Sujata hace ya cuatro años, pues su hermana Punam, que vive en nuestra casa de acogida, me habló de ella y estaba preocupada por su situación de soledad y falta de medios. En aquel entonces le dimos lo que necesitaba para estudiar y le prometí que cuando terminara sus estudios de secundaria la traeríamos a nuestra nueva residencia para niñas mayores. Aquí les dejo con su propia historia y les animo a colaborar.

“Nací el 21 de febrero del 2002 en la India. Tengo dos hermanos, Barum y Sonam, y una hermana más pequeña, Punam. Mi madre murió cuando yo tenía cuatro años. Yo no sabía lo que era la muerte cuando ella me dejó en este mundo y fue a juntarse con el mar de estrellas incontables. Mi padre hizo todo lo que pudo por salvarla, pero no tuvo medios económicos cuando el tumor en el cerebro era todavía tratable. Él se sintió muy solo tras su muerte y con la gran responsabilidad de criarnos. Algunos familiares le sugirieron que volviera a casarse para ayudarle a criarnos a mí y a mi hermana de dos años, pero él se negó por tener dudas sobre si sería bueno para nosotras. Trabajó duro día y noche para alimentarnos, a pesar de sufrir por diabetes y tensión alta. Tenía que recibir tratamiento mensualmente y por ello mis hermanos dejaron de estudiar, para poder trabajar y ayudar a mi padre con los gastos diarios. Punam y yo íbamos a un colegio estatal.  

Cuando terminé el curso 7 (1º ESO) mi padre decidió volver con nosotras a Nepal, donde había nacido y donde vivía toda su familia en la zona de Dolakha. Él había perdido el contacto con su familia mientras vivió en la India, pero pudimos alojarnos con unos familiares, a quien yo no conocía y con quienes Punam y yo no podíamos comunicarnos porque no hablábamos nepalí, solo hindi. Pasado un mes empezamos a poder comunicarnos un poco y mi padre me matriculó en el colegio estatal local. A los pocos días hubo un terrible terremoto en Nepal que destruyó el colegio y muchas casas. Vivimos bajo plásticos durante tres meses, tras los cuales mi padre decidió volver a la India y dejarnos en Hetauda con un primo nuestro que podía mantenernos. Nos matricularon en colegios distintos y a mí me consiguió una beca para poder residir en un hostal de chicas. La estancia allí fue horrible, pues había cuatro chicas mayores que me hicieron la vida imposible con burlas y abusos. Pasados unos meses yo no podía soportar aquel tormento y me fui del hostal, lo cual enfadó mucho a mi primo, quien a pesar de eso logró buscarme un padrino para poder estudiar en un colegio privado en Katmandú. Él no podía mantenernos a mí y a Punam, así que Punam fue a la casa de acogida de Educanepal y nos separamos.

                Mi vida en el colegio privado fue una gran lucha, pues se daban las clases en inglés y solo me dejaron acceder a la clase 6 (6º de primaria). Tuve que estudiar día y noche para poder alcanzar un nivel de inglés óptimo. Me costaba mucho también relacionarme con otros alumnos porque mi nepalí tampoco era muy bueno. Pero perseveré para poder progresar y luché mucho para terminar la educación secundaria obligatoria. Fueron años difíciles, pues mi padre tuvo que ser operado y perdió la memoria. Me costaba concentrarme en los estudios ante tal situación. Mis familiares en Nepal no nos ayudaron y tampoco venían a verme. Yo veía a otros niños que tenían visitas de sus padres, pero a mí no venía nadie a verme. Mi padre murió a los pocos meses y eso me dejó huérfana, teniendo que quedarme en la residencia del colegio incluso en vacaciones cuando otros niños se iban con sus padres. Fue entonces cuando conocí a Jose y me animó a seguir estudiando prometiéndome ayuda con material que necesitaba. Me propuse ser muy fuerte y aguantar, hasta que por fin pude terminar el curso 10 (4º ESO). Entonces contacté con José para ver si podía ayudarme a seguir estudiando bachillerato y tras el confinamiento me llevaron a la nueva residencia de “Hogar de Paz”, donde vivo actualmente con tres chicas más, pero al lado de mi hermana y otras 18 niñas con las que formamos una gran familia. Ahora soy muy feliz de poder seguir estudiando, de tener a Punam cerca, de ver que todos mis esfuerzos han valido la pena y entender que la vida es una lucha de la que podemos salir victoriosos. También me hace feliz tener dónde alojarme, con quien compartir y ayudar a las niñas más pequeñas con sus estudios. Quiero terminar dando las gracias a mi padre, a Jose y a todos los que apoyan a Educanepal por hacer mi vida algo más fácil”

Si quieres ayudar a niñas como Sujata, hazte socio. Cubrir sus gastos de manutención y estudios supone unos 150 euros al mes. Quince personas que  se hagan socias por 10 euros al mes podrían hacer sueños realidad. Sé que son tiempos difíciles para mucha gente, para nosotros también, de ahí que haga esta apelación para poder cubrir gastos.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.+ info

ACEPTAR
Aviso de cookies
Translate »