Namaste,
Se aproxima el final de curso en las escuelas y aprovechamos que ya hemos distribuido todo el material escolar para realizar talleres de higiene en las zonas donde más se necesita.
Durante los talleres se enseña a padres y niños sobre los beneficios de la higiene corporal así como las enfermedades que pueden surgir cuando no nos aseamos (y que luego son difíciles de tratar en zonas donde no hay médicos). Todo se hace de forma práctica para que no haya dudas de cómo lavarse los dientes o las manos, y también que es una responsabilidad de los padres el inculcar estos hábitos. Terminamos siempre repartiendo cepillos de diente, jabón de aseo personal y jabón para lavar la ropa.
Cuesta mucho cambiar hábitos y no todos los asumen de la noche a la mañana, de ahí que, a veces, tengamos que repetir estos talleres cada año hasta que vemos que ya hayan asumido, por lo menos, el lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño (o arbusto más cercano) a defecar.
Durante la estancia en estas aldeas no solo disfrutamos de la inocencia e ingenuidad de los niños, sino también de sus padres, la mayoría de los cuales nunca tuvieron la oportunidad de ir a un colegio y reaccionan a todas nuestras actividades con asombro, escepticismo y humor. Cuesta hacerles ver las cosas, pero al final entienden que el objetivo es beneficioso y puede ahorrarles drama y préstamos para emergencias innecesarias que requieren llegar a un hospital.
También disfrutamos del agradecimiento y el hospedaje que nos brindan, de las montañas, de la puesta de sol, de la luna y las estrellas, del canto de los pájaros, del silencio. En fin, de la Vida.
Un fuerte abrazo y gracias a todos los que colaboran para hacer realidad este día a día.
