Namaste,

Ya en breve aterrizando en Gran Canaria después de cerca de tres meses en Nepal supervisando actividades, evaluando e intentando motivar a todo el personal para seguir trabajando con el mismo entusiasmo y cariño que han sido el pilar que sustenta nuestro trabajo.

El día a día no es sencillo, pues siempre surgen situaciones dramáticas  nuevas que debemos atender, retos que solventar. Hemos asumido una responsabilidad muy grande al tener en acogida a unas 34 niñas, y eso requiere una atención  y organización exquisita.  En eso estamos, intentando cada día poder solventar las dificultades, ofrecer el mejor servicio que nuestras fuerzas  y capacidades nos permiten y, por supuesto, también disfrutar de lo que se logra día a día.

Es un mundo de contrastes en Nepal. Nuestra oficina es un modelo de organización y gestión, pero trabajamos con colegios rurales donde apenas tienen recursos y nos cuesta horrores motivar al profesorado y a los padres. Pasamos de la gestión diaria en las casas de acogida donde podemos ofertar a todas las niñas tres comidas al día, a vernos a diario con familias en las aldeas que apenas tienen que comer y cuya situación nos estremece y conmueve. Pasamos de lluvias torrenciales a un calor insoportable, de la alegría a la tristeza, de la agitación a la calma, de la vida a la muerte. Y de todo ello aprendemos, aprendo. Y ese aprender está a disposición de todos cuando nos damos cuenta que la vida no es “suerte”, surge lo que tiene que surgir precisamente para “despertar”, para darnos cuenta de que todo es más sencillo cuando soltamos lastre, cuando nos rendimos a la realidad, cuando aceptamos nuestra naturaleza impermanente y dejamos de apegarnos.  

Hace unos días, hicimos un mini tour de algunos templos en Hetauda con las niñas que tenemos en acogida. Para ellas, fue un día distinto, pues vivimos en una aldea, algo apartados de la ciudad. Lo observaban todo con curiosidad: la gente que pasaba, sus ropas, sus gestos, su manera de hablar, las casas, los edificios…

Con su recuerdo me vuelvo a casa. También con el agradecimiento a toda la gente que colabora tanto en Nepal como en España para que cada día vivido sea una realidad. Gracias a todos por hacer sueños realidad.

Un fuerte abrazo y mucha paz en ti.

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