Namaste,

Hace unos días estuve con Man Bahadur de visita en la aldea de Ramchuwa. Tardamos unas cinco horas en llegar entre coche y caminata, así que pasamos la noche en casa de un vecino muy atento que nos ofreció comida y un trocito de suelo donde pusieron un colchón fino de algodón sobre el cual pusimos los sacos de dormir. Mucho frío al ponerse el sol, el baño eran los arbustos de alrededor, pero una sensación de gratitud enorme y felicidad de poder compartir el ratito cerca del fuego donde cocinaba la señora de la casa.

Al día siguiente fuimos al colegio donde repartimos el material escolar a los alumnos que apoyamos y distribuimos también sweater y zapatillas. Siempre un gozo el verles las caras a recibir la ropa, un lápiz o una mochila. Esos momentos son los que me animan a seguir adelante en este camino que intentar llegar a gente que más lo necesita, donde el agua hay que ir a buscarla a un pozo cercano, donde no hay luz ni cobertura de teléfono, pero donde hay sonrisas que te cautivan, una ingenuidad que te abraza y te muestra nuestra cara más humana.

Por la tarde nos despedimos entre muestras de gratitud, collares de flores y sonrisas que pedían que no tardásemos mucho en volver.

Un abrazo y gracias a todos los que hacen posible cada día de trabajo, cada sonrisa.

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