Esta semana me he llevado una linda sorpresa con la visita de Dipa, que ha querido celebrar su cumpleaños con nosotros. Dipa fue de las primeras niñas que llegaron a nuestra residencia hace ya más 15 años, de hecho, entró a vivir cuando aún faltaban muebles por llegar y los exteriores no habían sido acondicionados.
Vino acompañada de su hermana Suastika y nos trajeron la merienda que compartimos con todo el personal y todas las niñas que tenemos en acogida en la actualidad. Su presencia me trajo muchos recuerdos de cómo surgió el sueño de crear esta casa y lo que fueron los primeros años de dar vida al sueño de crear esta familia. La filosofía sigue siendo la misma: compartir, ayudarnos, querernos y aprender a conectar con la Vida, a sentirnos parte de ella. Aquí aprendemos a escuchar, a expresar, a perdonar, a aceptar, a superar los traumas, a sentirnos parte de un «todo» que nos muestra nuestra grandeza y nos abre las puertas del amor y la paz.
Dipa y su hermana nos trajeron somosas (empanadillas de verduras), yeri (un dulce popular) y mangos. Le cantamos «cumpleaños feliz» y compartimos unas pocas palabras de agradecimiento y de recuerdos. Para las niñas que actualmente viven en la casa fue también un día especial no solo por la comida sino por conocer a dos niñas, hoy jóvenes mujeres, que vivieron allí, tuvieron la oportunidad de formarse y hoy en día trabajan ambas como coordinadora y profesora en un colegio privado en Hetauda.
No suelo mirar hacia atrás, pues siempre estoy muy ocupado con el presente, pero es muy grato ver que los esfuerzos diarios dan su fruto y que hay, no cientos, sino miles de niñas que hoy tienen sus familias, sus hijos, sus trabajos, sonríen a la vida y se acuerdan de nosotros.
Gracias Dipa, Suastika y vuestra familia por todos los esfuerzos que hicieron para dar vida a un sueño que comenzó hace 15 años y sigue siendo una realidad diaria.
Gracias a todos los que colaboran tanto en Nepal como en España para que esto sea una realidad.
Un abrazo y mucha paz y amor para todos.