Pronto, a mediados de abril, se acabará este curso escolar y los niños comenzarán los exámenes de fin de curso. El personal de campo que nos apoya en Nepal ha pasado las últimas semanas realizando los últimos repartos de material escolar. Rajendra, Member, Samikcha, Sushila y Man Bahadur han colaborado en la coordinación y ejecución de este proyecto. Enorme respeto y admiración la que siento hacia ellos por sus esfuerzos para llegar a estas aldeas remotas, su dedicación, su entusiasmo y la alegría de poder entregar un material que hace felices a cerca de 2.600 niñas y niños, y a sus familiares.
No es fácil en Nepal conseguir un equipo de gente tan comprometida con la labor diaria que realizamos. Para ello ha sido imprescindible contar con sus opiniones a la hora de seleccionar las aldeas donde estamos trabajando, porque ha sido la necesidad abrumadora que ellos han constatado lo que al final cuenta (aparte del presupuesto a nuestro alcance) para tomar las decisiones de dónde y cómo ayudar. También ha sido importante escucharles en todo momento, compartir semana tras semana cómo ha ido cada visita, las dificultades encontradas, las apreciaciones hechas durante las evaluaciones con profesores, niños, niñas, padres y madres. Y por supuesto es primordial ver los resultados de esta ayuda que hace posible que tantos menores sin recursos puedan tener acceso a una educación básica y prevenir que dejen sus hogares para trabajar en fábricas textiles, hornos de ladrillos, pequeñas cantinas o salones de masaje donde a las niñas se les anima, u obliga en muchos casos, a complacer al cliente en todos los sentidos.
Son ya cerca de 25 años en esta lucha diaria, pero viendo resultados. Hoy en día muchos de estos niños y niñas ejercen como profesores o profesoras en sus aldeas, algunos han conseguido trabajo en la administración local, cada vez más los hay que emigran a países donde puedan encontrar un trabajo (Qatar, Malasia, Corea, Japón). Por supuesto también los hay que han seguido la tradición de labrar la tierra y criar ganado, pero tienen menos hijos, al querer poder ofrecerles una educación y una mejor alimentación y bienestar, son más aseados y no se bebe o fuma tanto como antes. Ha sido posible gracias a tener una educación básica y a los talleres de sensibilización que realizamos con jóvenes y adultos.
Feliz por poderlo contar cuando son casi 25 años de labor en Nepal. Feliz por el equipo que tenemos en Nepal, por su entrega diaria, por el equipo en España de voluntarios cuya entrega también es imprescindible, por las sonrisas que dibujamos a diario y por todo lo experimentado y aprendido que me ha llevado cada día más cerca de nuestra esencia: Paz y Amor. Es ahí donde creo todos queremos estar, donde realmente somos felices.
Un abrazo y mucha paz para todos
José Díaz