Ayusha tiene 18 años y proviene de la zona de Bagmati, al este de Hetauda. Actualmente reside en nuestro refugio mientras se forma en costura.

Su padre solía beber y a veces era violento en casa, lo cual se convirtió en un martirio para su madre, quien se marchó de casa cuando Ayusha tenía 7 años, para vivir con otro hombre.  Su padre murió hace tres años debido a sus excesos con el alcohol, dejándola a ella y a su hermano Sures a cargo de sus tíos y abuelos paternos. A pesar de los problemas de alcoholismo de su padre, Ayusha se sentía muy cercana a él porque era muy cariñoso con ella, con lo cual ha sentido un vacío muy grande tras su muerte. También se vio que no tenía nada para subsistir y dependiendo económicamente de sus tíos, pues su padre había vendido todas sus tierras para poder pagar su adicción. Su sueño es poder construir una casa para ella y su hermano.  

Ayusha dejo de estudiar tras terminar 3º de ESO por no poder cubrir los gastos de estudio y aprovechar cualquier trabajo esporádico en su aldea para cubrir los gastos de alimentación de ella y su hermano. Tras conocer su caso la animamos a formarse en costura para que pudiese aliviar la enorme carga y tener un futuro algo más prometedor montando su propio taller de costura en su aldea. Le preocupa mucho su hermano pequeño, pues Suresh ha dejado la escuela en 2º de ESO y ha comenzado a coquetear con la bebida y el cannabis en compañía de sus amistades.  

A Ayusha solo le queda un mes para acabar el curso de costura, y está deseando poder empezar a ganarse la vida cosiendo. Nuestro personal local también está intentando convencer a Suresh para que vuelva a la escuela y deje esos hábitos dañinos. A pesar de todas las dificultades en su vida, Ayusha es positiva y optimista, aprovechando cada minuto que pasa con nosotros para formarse y disfrutando también de la convivencia con otras siete niñas con historias similares y sus dos cuidadoras.

Siempre me ha conmovido la capacidad de aceptación que tiene esta gente, su entereza, sus ganas de salir adelante y, en muchos casos como Ayusha, esa sonrisa. Desde que llegué a Nepal ha sido mi meta también poder sonreír como ellos, tener esa capacidad de aceptación y de vivir el momento sin que el drama se apodere de mí. Una lección que no tiene precio, una sonrisa que me anima, me acerca a mi Alma y al milagro detrás de todo.

Aprovecho para dar a las gracias a todo el personal local y a los miembros de comité local que facilitan nuestra labor. A todos los socios y padrinos cuyo apoyo económico es fundamental para apoyar a niñas como Ayusha, a todos los voluntarios de Educanepal que gestionan las labores administrativas y todas las actividades benéficas y de difusión tan necesarias para nuestro funcionamiento. Un lujo ser parte de esta familia, del esfuerzo diario, del entusiasmo. Gracias a Ayusha y miles de niños que con su sonrisa y su humildad me dan alas para seguir adelante.

Mucha paz y amor para todos

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