«No pretendo cambiar sus costumbres, pues sus sonrisas me enseñan que aún tengo mucho que aprender de ellos. No pretendo crear necesidades, pues la educación y la higiene debería estar al alcance de cada niño. Solo quiero que sus hijos puedan ir a la escuela, que puedan asearse y prevenir enfermedades.  También quiero aliviar la carga, que puedan comer un poco mejor, pero debo asumir que no siempre se puede, aunque me cueste aceptarlo. Eso no me ha hecho más frío, todo lo contrario, me ha acercado más a la vida, a los esfuerzos que se hacen a diario en este mundo por el simple hecho de sobrevivir y darle a tus hijos lo que puedas darles, aunque sea un simple plato de arroz. Es increíble el peso que cargan a sus espaldas estas madres, su esfuerzo diario, las pocas muestras de cariño que recibirán cuando se han pasado la vida cuidando de sus hijos, labrando la tierra, cocinando con la leña que deben ir a buscar al bosque, de trayendo a casa el agua desde el riachuelo más cercano y llevando el ganado a pastar.

No sé si puedes imaginarte la ilusión que puede hacerle a una madre que sus hijos puedan tener un lápiz para escribir en la escuela, una libreta, una mochila donde meter los libros, un pullover para abrigarse en invierno, unas cholas o una simple pastilla de jabón para lavar la ropa.

Gracias a todas las personas que colaboran con Educanepal y hacen posible que miles de madres, que se dejan la vida en el esfuerzo diario, puedan sonreír cuando ven a sus hijos tener la oportunidad que ellas no tuvieron.»

José Díaz desde Nepal

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