Cada año, por estas fechas, nos reunimos con los directores de las escuelas donde trabajamos para evaluar la labor realizada y ver en qué se puede mejorar para hacer la escuela lo más atractiva posible para los niños y niñas que asisten a diario a ellas.
Desde un principio, hace ya más de veinte años, nos dimos cuenta de que todos nuestros esfuerzos de dotar de material escolar a niños que no podían comprarlo no tenían tanta repercusión si no se hacía la escuela lo suficientemente atractiva para ellos. ¿Qué quiere un niño o una niña? Amor, respeto, poder expresarse, jugar, divertirse, aprender cosas nuevas, entretenerse. Todo esto se puede llevar al día a día con ciertas técnicas de enseñanza donde se pueden presentar los contenidos y desarrollar capacidades de una manera amena (child-friendly).
Hay que tener en cuenta que estamos en Nepal, con profesorado con bajos salarios, con apenas formación y que desconocen como poder llegar a los alumnos. Aparte de que en la mayoría de colegios apenas tienen recursos didácticos, falta profesorado y deben juntar grupos de distinto nivel; en muchos no hay ni baños o un descampado para poder realizar actividades al aire libre.
Nuestra misión es animarles y mostrarles que incluso con pocos recursos y formación, cuando hay voluntad y “amor por los menores”, se pueden lograr grandes cosas: una sonrisa, un colegio limpio, un ambiente de respeto, aprendizaje ameno y un mínimo de disciplina para poder impartir clases. Durante estas reuniones cada colegio establece un plan de mejoras en este sentido que luego evaluaremos a lo largo del curso escolar. Estos planes de mejora se diseñan junto a los padres y madres, pues la colaboración de las familias es fundamental para que todos asuman la responsabilidad de “crear una escuela atractiva”.
A veces se piensa que la labor de un ONG es simplemente comprar material y entregarlo o construir infraestructura. Hay mucho más que se escapa a la vista, y lleva mucho tiempo formar al profesorado y sensibilizar a los padres en zona donde apenas tienen para vivir y donde no se le da valor a lo que se puede aprender en la escuela y lo que se puede recibir: por lo menos cierto cariño. En ello llevamos trabajando más de 20 años, intentando llevar un poquito de “amor” y “compromiso” todas las escuelas que hemos ido apoyando. En ello seguimos y me gratifica ver a diario los logros que se van consiguiendo al visitarles y ver, por ejemplo, como el trato ha cambiado. Ya no se pega a los niños, las escuelas están más limpias, las clases más entretenidas y hay una mayor participación de padres y madres en la gestión de los centros.
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Un abrazo y mucha paz para todos,
