A veces, hace ya muchos años, me preguntaba si valía la pena compartir el día a día, las reflexiones que surgen, la emoción, el miedo, las dudas, la calma. Se que apenas hay tiempo para leer, y mucho donde elegir en los ratos libres. Aún así, nunca he dejado de compartir, pues hay gente que se alegra cuando llega nuestro correo, que les refresca, que les mueve. Y de eso se trata, de compartir la vida, tal y como es.
Ayer me llegó un correo de una colaboradora, de esos que me animan a seguir escribiendo. Me parecía increíble todo lo que un ser humano puede llegar a compartir. Un corazón abierto.
Ella me ha dado permiso para compartir y aquí su relato:
«Hoy me permito parar, retomar muchos correos atrás, dejarme embriagar por sus mensajes,su paz. Llevo muuucho tiempo queriendo escribirte, queriendo escribirles, a ti, a las niñas… Muchos días lo he querido hacer… hoy me lo permito, podría poner mil excusas, pero entraría en juicios y culpas, y hoy no me apetece…
NEPAL me cambió la vida, o más bien, me ayudo a tomar decisiones que estaban en mí, a acercarme a mi esencia. Nepal me ayudó a reconectar con lo que quiero en mi vida, cuáles son los cimientos donde quiero sustentarla.
En enero 2020 dejé Tenerife. Decidí volver a Huesca, a mi origen, a mis raíces. Volver a la naturaleza, volver a la calma, a la familia, a la montaña, a la vida sencilla… a mi paz.
Fue maravilloso, permitirme estar, cuidarme, escucharme, dar pasos desde el sentir, no pensar, desconectar del móvil, redes sociales… estar… vivir
El confinamiento me acercó más a la esencia, a mimar lo que comía, a ilusionarme por cocinar, por compartir con mi familia, a hacer ejercicio, a disfrutar del inmenso amor de mis perritos, de nuestros paseos, del silencio, la naturaleza…
Confieso que el sueño, o más bien mi mente, se me comió, fue potente. Dejé de fluir con la vida, a sumergirme en el día a día con calma y amor… empecé a juzgar, a tensarme, a sentirme incómoda, a no encontrar mi sitio, a distanciarme de mi familia, de mis valores, de mí
Sentía que me faltaba aire, espacio…
Con las fases salí «como gallina sin cabeza» a comerme el mundo que había soñado, y el sueño se me comió a mí. Actuaba desde la mente, de encadenar acciones de montaña, amigos… que me llevaron al agotamiento, a la desconexión.
Tuve la suerte, la oportunidad, de cuidar a los hijos de unos amigos que tenían que incorporarse al trabajo. Me dio la vida, me enseñaron paciencia, sentido, a fluir, a aceptar, a estar.
Siento que la vida me da una oportunidad cada día para retomar el plan, es decir, sembrar calma, escucharme, fluir con mi sentir. Muchas veces lo logro y me lleno de paz, y siento la magia de estar presente, agradecida, feliz. Otras… confieso que aún entro en planificar desde la mente, y me agoto, no siento, me bloqueo, y mi cuerpo no cesa de darme señales para parar.
Estoy en el sitio adecuado para fluir con la vida, con el silencio, con la paz. Envidio la vida de mi tío, de 74 años, que mima su huertita, disfruta haciéndolo y compartiendo, y no necesita más, porque ya lo tiene todo. Y cada día me recuerdo que estoy a una decisión de sentir eso, pero a veces me cuesta, me cuesta desconectar para conectar… me cuesta no pensar, me cuesta no planificar, no juzgar… Muchas veces pienso que cuando me independice de mi familia será el momento, y se que no es así, que el momento es aquí y ahora, el perfecto, el único. Que siempre podré encontrar un pero que me impida sentirme en paz, plena, serena. Que en Tenerife era Huesca, que en Huesca mi familia… y no puedo mantener el plan de huir, huir del ahora, de la presencia.
La experiencia en Nepal fue mágica, me recordó todo esto que estaba en mí y había olvidado. Me recordó la sencillez, la calma, disfrutar de cada cosa que haces, estar en paz. Tus mensajes siguen haciéndolo, así que solo puedo estar eternamente agradecida por sembrar en mí la semilla de la esencia de la vida
Es emocionante recordar a las niñas, entregadas, que rebosan amor y paz, que te enseñan la calma, el agradecimiento a cada instante, a la vida.
Gracias por todo lo bonito que has creado, y creas… Gracias por cumplir con la bonita misión que el Universo te ha encomendado, siéntete dichoso, pleno, feliz por ello, por contribuir a la paz en corazones perdidos, por irradiar serenidad, cambio, posibilidad, sencillez, realidad.
Gracias, gracias, gracias«
Gracias a ti flor… y a todos los que, a veces con una simple mirada, están ahí, cerquita.